A principios del siglo XX prácticamente todos los pueblos y ciudades tenían uno o varios fabricantes locales de gaseosas y sifones, como fue el caso del concejo de Siero en Valdesoto, Colloto, Lugones, Lieres, etc.
La fábrica de sifones La Cotorra, de Pola de Siero, fue fundada a principios del siglo XX y adquirida por su propietario actual en 1955. Aún pervive, pero no por la fabricación de esta bebida sino por la colección de sifones. Esta pequeña fábrica tiene más de 15.000 ejemplares, que provienen de muy variados lugares (Londres, París, Polonia, Argentina, etc.), con diferentes estilos, como los del s. XIX de cristal de gran calidad, pesados y carentes de decoración, los de lágrimas, de relieves, serigrafiado, litografiado al fuego y rarezas como un belén dentro de un sifón.
Debido al alto coste de su comercialización, el sifón ha caído en desuso, haciendo que esta interesante colección sea una visita obligada para conocer su evolución.
En el corazón de la Pola de Siero, encontramos a Aurelio Antidio Cuesta “Lelo” y su Museo del Sifón. Vinculado a este fenómeno desde su niñez, Lelo ha recopilado miles de botellas de cristal y de plástico para su sinfonería “La Cotorra” llamada así porque es precisamente una cotorra la mascota que nos recibe a la puerta del museo.
El nacimiento del sifón se sitúa a comienzos del s. XVI. Hasta el s. XVIII, la soda era consumida sólo por reyes, comenzando a popularizarse durante la Revolución Industrial. La soda sirvió para engañar al prójimo rebajando los mesoneros el vino con ella y también dio origen a una nueva modalidad de robo disparando el chorro del sifón para cegar a la víctima.